sábado, 5 de enero de 2013

Música para agua, papel, oboe y presencia de animal vivo en escena.

 

 

 

A: VII

 

 

 

TE ESCUCHÉ aquella vez en los abarrotados escalones de la Fontana;

sobre el agua se levantaba una suerte de segundo piso, labrado en vidrio,

y unas pezuñas como de felino trotaban sobre ese suelo inusitado.

Te escuché también en un paraje amarillo

y en los linderos de un campo de labranza;

allí donde la arquitectura se preserva o se derrumba,

donde una pieza de alcoba y un ágora de lienzo ramifican su estructura,

allí te escuché también.

Nunca cesas de aparecer, aire de otro terreno, aviso de otro espacio posible. Puede que siempre quieras sugerirme la presencia de esas transparencias vivas que navegan por el otro lado,

puede que continúes acentuando la dualidad que ya has abierto en mi cabeza como quien abre una zanja en un arcén y vela con subsuelo las aguas vírgenes.

Te vuelvo a escuchar, otra vez. Ahora tienes un aire como de iguana sobre mármol,

después te parecerás más a algún ave

y en tu acristalado manglar volverás a aparecerte, a sugerir formas que sí son tangibles, pero tan sólo para este tímpano que oye lo que el viento no trae, que vibra con lo que en tierra no retumba.

 

 

 

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